¿Alguna vez te sentiste como si tu estómago tuviera su propio cerebro? Bueno, eso es porque lo hace - o al menos, tiene un ecosistema completo de bacterias y otros microorganismos que influyen en todo, desde la digestión hasta el estado de ánimo.
Pero no te preocupes, no todas las bacterias son malas noticias. De hecho, algunos tipos de bacterias pueden ser tus mejores amigos intestinales. En este artículo, exploraremos el emocionante mundo de la microbiota intestinal, como se llama, y los probióticos, y cómo puedes mantener feliz a tu flora intestinal para que ellos mantengan feliz a tu estómago.
La microbiota es la comunidad microbiana que habita el cuerpo de un individuo sano, pesa alrededor de 3,5 kilogramos, se extiende desde el estómago hasta el intestino grueso.
Cumple diversas funciones dentro del organismo, relacionándose íntimamente con el sistema inmune y defensas, digestión de nutrientes y producción de vitaminas.
Hoy las investigaciones establecen asociaciones cada vez más complejas del correcto funcionamiento de la microbiota con diferentes aspectos de la salud de los individuos.
Su composición se determina desde el nacimiento y depende del tipo de parto (natural o cesárea); del tipo de alimentación (lactancia materna o artificial) y del contacto con la piel de los familiares. Igualmente se ve afectada por la edad, el estado de salud, la dieta de las personas, el estrés, la administración de antibióticos o medicamentos.
Para contribuir a que la microbiota mejore su composición y funcione apropiadamente actualmente se puede recurrir al consumo de probióticos.
En la actualidad está naciendo un nuevo concepto de nutrición, en el cual la promoción en salud y prevención de enfermedades coincide con la aparición de los alimentos funcionales, cuya definición más aceptada corresponde a “alimento modificado o ingrediente adicionado que provee un beneficio para la salud además de satisfacer requerimientos nutricionales tradicionales”.
Dentro del marco de alimentos funcionales nacen los probióticos, que son microorganismos vivos, que pueden incorporarse a la dieta por medio de alimentos que los contengan, principalmente productos lácteos, o preparados médicinales, para que los productos que contienen probióticos tengan un efecto en la salud, deben tener microorganismos definidos, viables y en cantidades suficientes, su consumo debe ser regular y sostenido en el tiempo para de ésta manera lograr modificar la microbiota de la persona.
Debido a lo anterior se hace muy importante mencionar que no todos los productos que contienen probióticos generarán efectos positivos en nuestros organismos, éstos pueden no contenerlos en las cantidades necesarias para que generen efecto, o puede que la forma en la que se presente el alimento no sea la adecuada.
Por ejemplo, en los yogurt y lácteos que los contienen si no conservamos el producto a la temperatura apropiada antes de su consumo, las bacterias morirán antes de poder ejercer el efecto positivo. En cápsulas, los probióticos se encuentran tan protegidos que puede ocurrir que no se liberen en el lugar del tracto digestivo que corresponde, perdiendo su efectividad.
Son variados los efectos positivos que tiene el consumo de probióticos, entre los que destacan:
Efectos nutricionales, se incluye un aumento de la absorción de minerales como calcio zinc, hierro, manganeso, cobre y fósforo, los probióticos los ionizan por lo que facilitan su incorporación como sales solubles más asimilables, igualmente por la acción antimicrobiana aumenta la digestibilidad de proteína láctea y disponibilidad de vitaminas.
Contribuyen, mediante la producción de enzimas específicas al aprovechamiento de otros nutrientes en el intestino.
Debido a la desconjugación de sales biliares, podrían aumentar la destrucción del colesterol, mejorando los casos en los que el colesterol está elevado.
Además los probióticos mediante el contacto con el tejido linfoide presente en el intestino desempeñan un papel fundamental en el desarrollo y maduración de un sistema inmune competente.
Entre los efectos terapéuticos de los probióticos se encuentran mejoría en la digestión de la lactosa, inhibición de agentes dañinos en el intestino y prevención de la diarrea.
Hasta no hace tanto tiempo se creía que la microbiota intestinal cumplía un rol limitado a facilitar la digestión de los alimentos, algo así como ayudar a fragmentar en moléculas pequeñas los nutrientes que ingerimos.
Hoy existe un fuerte interés científico en profundizar el conocimiento sobre los microorganismos presentes, y cómo se comportan (qué genes tienen, qué moléculas producen y qué impacto ejercen sobre nuestro cuerpo).
Nuevas técnicas moleculares permiten generar cada vez más evidencia sobre cómo la microbiota afecta a la salud, curso de enfermedades e incluso el envejecimiento. La composición de nuestra microbiota se modifica incluso en función de nuestra edad, y se piensa que se relaciona en la mayoría (si no en todos) los procesos biológicos.
Más allá de la riqueza y diversidad microbianas, un microbioma intestinal sano puede definirse por la presencia de clases de microbios que mejoran el metabolismo, la resistencia a la infección y la inflamación, la resistencia al cáncer o la autoinmunidad, la señalización endocrina y la función cerebral (eje cerebro-intestino).
El microbioma puede mediar estos efectos a través de la secreción de factores que modulan la permeabilidad intestinal, la capa mucosa, la función de las células epiteliales, la inmunidad innata y adaptativa, la motilidad intestinal y la neurotransmisión.
Como vimos, nuestra alimentación tiene una gran importancia al momento de evaluar nuestra salud intestinal y en consecuencia nuestro estado de ánimo. Tanto desde el punto de vista nutricional, donde podemos necesitar la ayuda de un profesional en el área para asegurarnos que los cambios implementados sean los adecuados para nosotros. El diseño de un plan nutricional personalizado, como los de SomosFit, puede hacer la diferencia.
Así también como el complemento de nuestra dieta con alimentos diseñados, como los helados Bifidice donde además de obtenerse de manera diaria los microorganismos beneficiosos para la salud (CFU 10*6 en el intestino), también lo hacen a través de un alimento hecho de manera saludable y creativa, cuidando los ingredientes y su composición.
El helado Bifidice considera las características fisiológicas del intestino, por lo cual actúa activamente sobre la microbiota. Esto lo hace altamente efectivo, permitiendo que las Bifidumbacterias se liberen en la parte apropiada del intestino, haciendo del producto un helado artesanal que es en realidad medicina.
Los esquemas de complementación tienen una duración mínima de 30 días y se pueden indicar en situaciones como: adultos luego de tratamientos con antibióticos, problemas digestivos, alergias crónicas o estacionales.