¿Sabías que en nuestro intestino se alojan células neuronales? Sí, igual que en el cerebro. Por eso, es importante saber que los desequilibrios que pueden ocurrir en esta zona pueden estar relacionados con el humor, el ciclo del sueño, la aparición de síntomas gastrointestinales e incluso la predisposición de enfermedades autoinmunes.
En nuestro cuerpo conviven un montón de microorganismos, como bacterias y hongos, que habitan en las zonas que más contacto tienen con el exterior actuando como una barrera. Una de las más grandes e importantes es la microbiota intestinal, que se ubica en última porción del intestino grueso: el colon.
Los beneficios de esta convivencia son mutuos, ya que ellos nos protegen y nosotros le otorgamos un lugar para habitar. Investigaciones recientes sostienen que hay más bacterias que células y que esta flora es tan diversa y única que podría usarse como una huella digital.
¿Qué funciones tiene la microbiota intestinal?
- Genera compuestos beneficiosos para nuestra salud a partir de la fermentación de ciertos alimentos
- Participa en la producción y síntesis de vitaminas
- Actúa como una barrera frente a posibles amenazas externas como infecciones
- Participa en el ánimo y estados mentales
Existe una conexión entre nuestro cerebro y la microbiota, también conocida como “eje intestino - cerebro”. En ella, ciertos neurotransmisores se sintetizan en el intestino (el 95% de la serotonina) y otros compuestos modulan centros cerebrales.
¿Cuál es la relación entre la microbiota y las intolerancias alimentarias?
Se sabe que una microbiota intestinal desbalanceada es más proclive a sufrir un desequilibrio. Este estado hace más probable la aparición de intolerancias alimentarias, alergias y enfermedades autoinmunes. Uno de los trastornos funcionales más frecuentes es el Síndrome de Intestino Irritable que se manifiesta con ciertas intolerancias alimentarias, problemas de evacuación (constipación / diarrea), dolor abdominal, hinchazón y gases.
¿Cómo se puede hacer para evitar ese desbalance?
- Tener una alimentación variada que sea rica en frutas, verduras, legumbres, cereales y alimentos fermentados
- Realizar una dieta de exclusión con el asesoramiento de un profesional
- Realizar alguna actividad física diariamente
- Hacer actividades que te hagan bien como meditar, relajaciones, respiraciones
- Acudir a un profesional de salud mental si sentís que tus síntomas empeoran en situaciones de stress
¿Qué son las dietas bajas en FODMAPs?
Las dietas de exclusión son planes de alimentación que se realizan por un corto periodo de tiempo en el que se eliminan alimentos en particular para identificar si mejoran los síntomas. En caso de haber mejorado, se reintroduce esa comida de manera paulatina para conocer la tolerancia individual. Una de las dietas que mejor funcionan para el síndrome de intestino irritable es la dieta baja en FODMAPs.
Esta es un tipo de dieta de exclusión que busca identificar “gatillos alimentarios”. El nombre FODMAP es un acrónimo para fructo, oligosacárido, disacáridos, monosacáridos y polioles. Estos son compuestos alimenticios que no son digeridos y llegan así al intestino. Como te conté antes, en el colon están las bacterias que usan a estos compuestos para realizar lo que se conoce como fermentación, un proceso completamente natural y necesario. Sin embargo, ciertas personas con Síndrome de Intestino Irritable (SII) son más sensibles y viven este proceso natural con molestias y mucho dolor.
La dieta baja en FODMAPs tiene 3 etapas:
- La primera busca disminuir los alimentos altos en FODMAPs para que los síntomas puedan bajar. Algunos de estos alimentos son: los alcauciles, los espárragos, la palta, las coles, la cebolla, la manzana, el trigo, las legumbres y la miel.
- La segunda etapa busca reintroducir los alimentos de una manera particular para que se pueda identificar si el alimento cae bien o mal. En caso que caiga mal, la idea es deducirlo a una cantidad adecuada. Es importante recordar que las intolerancias tienen un umbral y por lo tanto los alimentos que caen mal no necesariamente se deben excluir de la dieta sino controlar porciones.
- Por último, la tercera etapa es la adaptación de lo que se aprendió durante el proceso a la alimentación habitual. Es decir esta dieta empieza y termina y tiene un único fin: aprender y conocerte mejor.
En los últimos tiempos, la dieta baja en FODMAPs se hizo más conocida pero la información en internet es tan amplia como confusa. Mi recomendación es que la hagas con nutricionistas y médicos que estén certificados por la Universidad de Monash, la universidad que creó este método. Podés chequear el directorio en en su página web.
Si tenés dudas sobre qué es una intolerancia, una alergia y los síntomas gastrointestinales más frecuentes te recomiendo el taller que ideamos juntas la licenciada en Psicología Shirly Kohn y yo: Segundo Cerebro. En el primer módulo vas a contar con estrategias para el manejo de ansiedad e información validada y simple de entender. En el segundo, aprenderás sobre la dieta baja en FODMAPs para que puedas entenderla en profundidad, saber cuáles son sus objetivos y conozcas estrategias para que mejores tu digestión.
¡Animate a tener una mejor salud intestinal!
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